Victor Küppers: «El secreto para ser feliz es ser amable»

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Entrevista al formador holandés

– Dice que las personas somos como bombillas…

– Utilizo ese símil para reflejar que las personas transmitimos sensaciones y captamos las que transmiten los demás. Hay personas que al cabo de 2 o 3 segundos de haberlas conocido pensamos: ole, ole y ole! Y hay otras que al conocerlas simplemente pensamos: ole. En ese sentido somos como bombillas, transmitimos. Llámelo feeling o química. Por eso, hay quienes van chutadas por la vida, a 30.000 vatios, y otras que van fundidas.

 – En uno de sus libros dice que «Sólo se vive una vez. Pero es suficiente si se hace bien». ¿Cómo se consigue?

– Yo creo que se hace bien si se le encuentra el sentido. Hay que aspirar a tener un propósito en la vida, eso hace que vayamos chutados. Y el sentido de la vida lo da más el ser y el amar a los demás que el tener y consumir.

 – ¿Qué tenemos que trabajar para tener una buena actitud?

– Hay muchas maneras. Aprender a ser alegre, ponerle ilusión a las cosas pequeñas, relativizar los problemas, ser agradecido, pero sobre todo el gran secreto y la forma más sencilla y eficaz para ser feliz es ser amable. Y la vida nos da 300 oportunidades cada día para hacerlo. Aplíquese esta frase de la Madre Teresa de Calcuta que me parece espectacular‎: «Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz».

 – ¿Vamos demasiado rápido?

– Si, si. Vamos como pollos sin cabeza. El siglo XXI es el siglo de la velocidad:conducimos, comemos y caminamos rápido, todo es para ya. Cuando uno corre todo el día se centra en lo superficial y en lo urgente y olvida que lo más importante en la vida es que lo esencial sea lo más importante. No podemos cambiar de siglo, es lo que nos ha tocado, pero uno sí puede aprender a gestionar su vida en este entorno que no ayuda. Para ello, hay que reivindicar momentos para la pausa y espacios para la reflexión para darnos cuenta de lo que es más importante.

 – ¿Existe un generador de entusiasmo?

– Desde luego hay una parte genética que influye, pero a partir de allí, es nuestra responsabilidad luchar cada día para ser la mejor persona que podemos llegar a ser. La peor excusa es decir: soy así. Los demás no tenemos la culpa.

 – ¿Cuando perdemos el ánimo, ¿cómo se consigue despertar el optimismo? Porque la parte racional y la emocional cuesta que vayan juntas…

– Uno tiene derecho a perder el ánimo, por supuesto, pero uno debería separar sus problemas en dos categorías: dramas y circunstancias a resolver. No existe una vida sin problemas, estos se acaban cuando uno palma. El optimismo, la alegría y el entusiasmo se despiertan comprometiéndose a ser así, al final es una lucha a contracorriente. No es fácil, cuesta mucho, pero es una lucha q vale la pena. Cuando uno va chutado, la vida es fantástica y cuando uno va hasta las narices de todo, la vida es una mierda.

– ¿Cree que estamos intoxicados de negatividad?

– Si. Porque hay muchas circunstancias objetivas en el entorno que no ayudan, pero no todo es un desastre, no todo funciona mal. Todos tenemos cosas brutales en la vida, pero como siempre estamos pensando en los problemas, en lo que tenemos pendiente. No nos queda tiempo para darnos cuenta que deberíamos disfrutar del día a día.

– ¿Qué tenemos qué hacer cuando estamos negativos?

– Rodéese de personas alegres, que contagien energía positiva, que sean divertidas y le hagan reír. Cinco minutos con esas personas nos cambian el ánimo y nos contagian entusiasmo.

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